El suicidio en los adolescentes
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

Los suicidios y las intenciones de suicidios están aumentando alarmantemente en jóvenes de diversos países del mundo. Ellos parecen ser la consecuencia del aumento de trastornos psíquicos. En estas mismas edades, se hace indispensable poner mayor atención en la salud mental infantil, para prevenir estos trágicos hechos.

Durante los últimos meses nos hemos sentido impactados por varios casos de suicidio en adolescentes. Unos debidos a presión escolar, otros por razones amorosas, otros por problemas intra familiares y otros sin causa aparente. ¿Son éstas coincidencias?, o ¿Es que se está produciendo realmente un incremento de los suicidios en los primeros años de vida?. La pregunta es difícil de responder, ya que los casos no son muchos como para apreciar tendencias. Sin embargo, ello es indicador que debe llevarnos a reflexionar porque puede significar un problema más profundo. Por lo menos en los suicidios de adultos las estadísticas señalan que por cada suicidio hay muchos más casos frustrados que no aparecen en la noticia. Así por ejemplo, en Inglaterra por cada 5.500 muertes por suicidio se calcula que hay 100.000 casos frustrados (Alarmantes suicidios en China y parte de Asia).

Si no hay datos suficientes en Chile, sí los hay en el extranjero, y ellos confirman que el suicidio en el adolescente está realmente aumentando. Así lo señala el Departamento de Salud en Londres (New Scientist, febrero 22, año 1997, pág. 14). Lo mismo indica la Academia Americana de Pediatría (USA), que afirma que mientras el suicidio en los adultos durante los últimos 30 años, se ha mantenido más o menos estable, este se ha triplicado en los adolescentes. En ese país, el suicidio entre los 15 a 19 años, constituye la tercera causa de muerte, sólo superada por los accidentes y los homicidios (American Academy of Pediatrics: Clinical Guide for Pediatricians, vol 8 N°1, septiembre 1995).

El suicidio del adolescente, es la punta del iceberg que alcanzamos a ver, pero debajo de él existe un volumen importante de intentos de suicidio. Así por ejemplo, en una encuesta reciente realizada en los Estados Unidos entre adoIescentes de 13 a 19 años de edad, señala que el 60% de los encuestados ha conocido el caso de un compañero que ha intentado suicidarse. Más aún, el 15% de los mismos encuestados dicen que alguna vez ellos mismos han considerado esta posibilidad. Cuando se les ha preguntado por las causas, la gran mayoría es por presiones de sus padres. Un 57% afirma que es por problemas del hogar y Un 47% por presión escolar. La preocupante es que la mayor parte de los adolescentes que han intentado un suicidio, no han buscado ayuda médica.

El problema es que detrás de los suicidios o intentos de suicidios, casi siempre hay una patología psiquiátrica previa, de moda que el suicidio o el pensamiento suicida es en realidad un indicador de que algo más serio pasa en la sociedad. Es muy posible que el tipo de vida que está llevando la sociedad moderna sea un factor importante que repercute en la población infantil. De hecho las estadísticas nacionales y extranjeras así lo señalan. Richard Williams del NHS Health Advisory Service de Inglaterra, afirma que se puede esperar que el 40% de los niños llegue a sufrir algún tipo de dificultad mental durante algún período de su juventud. Ël agrega además que en las zonas urbanas entre el 10% al 20% de los adolescentes sufre de desórdenes psiquiátricos diagnosticables que requieren de tratamiento. Según Williams, el problema es más serio en las zonas urbanas deprivadas, donde estas cifras llegan hasta un 25%. Iguales cifras se dan en las estadísticas de algunos países latinoamericanos y también en Chile.

Parece existir bastante evidencia que los niños con problemas emocionales y de conducta, tienen una tendencia de continuación, de modo que el problema llega a manifestarse más tarde en la edad adulta. Mark Berelowitz del Royal Free Hospital de Londres, cree que si no se da atención a este tipo de problemas mentales del adolescente, ello va a repercutir más tarde, traduciéndose en delincuencia, depresiones y desempleo.


Factores de riesgo en el suicidio

Por lo dicho anteriormente, prevenir el suicidio es algo que necesariamente se relaciona con las políticas de salud. Sin embargo, en cada caso en particular es importante conocer los factores de riesgo que podrían ser un llamado de alarma que permita prevenirlo. Desgraciadamente no existe un signo clínico definido que permita predecir un suicidio. Sin embargo, en los casos que el suicida ha ocurrido, éste se asocia con numerosos problemas psicológicos (tabla 1). Pero tal vez el mejor indicador, es que ha habido un intento de suicidio frustrado anterior. Aunque el método utilizado en el intento haya sido pueril y se interprete como una forma de llamar la atención, este hecho no debe dejarse pasar.

Si bien el suicidio es raro, los pensamientos suicidas son muy comunes. Casi todos los suicidas han sufrido previamente de alguna enfermedad psiquiátrica. El desorden más común es la depresión, especialmente cuando so acompaña de alteraciones en la atención, la conducta o el abuso de drogas. Otras condiciones asociadas son la ansiedad grave y los trastornos de la alimentación (bulimia y la anorexia).

En todo caso los suicidas constituyen un grupo muy diverso. A veces no padecen de ningún trastorno psíquico. Sin embargo, previamente han experimentado una gran ansiedad y frecuentemente sus padres los han definido a ellos como perfeccionistas y rígidos.

Los factores desencadenantes son muy variados: experiencias humillantes, problemas académicos, dificultades en el trabajo, arrestos y detenciones por la policía, castigos corporales, rechazos en el pololeo, conflictos con las padres, asaltos sexuales, abuso físico o embarazos no deseados. En general hay que fijarse si el adolescente ha presentado un cambio repentino de personalidad o en su apariencia y especialmente si ha habido cambios del humor después de un período de una seria depresión.


Trastornos psiquiátricos en adolescentes

Los trastornos mentales llamados ""graves"", como la depresión maníaca o la esquizofrenia, raramente se diagnostican en niños y adolescentes. Los especialistas estiman, por ejemplo, que la esquizofrenia aparece después de los 20 años y que es rara en el adolescente, tal vez por ello que muchos casos de trastornos psiquiátricos en el niño no se diagnostican o se estiman como no serios. Es esta actitud que muchos psiquiatras piensan que debe modificarse y estar muy alertas frente a las posibilidades de suicidios, que podrían muy bien haberse evitado.

El hecho es que los trastornos son más frecuentes de lo que se cree. Según Dora Black, psiquiatra que fundó el ""Traumatic Stress Clinic"" en Londres, los trastornos psiquiátricos de adolescentes se pueden agrupar en tres tipos: a.- Desórdenes emocionales, incluyendo ansiedad, depresión y fobias. b.- Desórdenes de la conducta, como agresión, que puede llevar a la delincuencia y c.- Desórdenes por déficit de atención.

También es importante considerar que los trastornos mentales del adulto, frecuentemente tienen sus raíces en la juventud, pudiendo caer en una o dos de estas categorías ya descritas. La enfermedad neurótica incluye la depresión, la histeria y los desórdenes obsesivos y compulsivos como la anorexia y la bulimia. Del mismo modo que desórdenes de la personalidad pueden ser la consecuencia de abusos sexuales
en la adolescencia.

Los niños que han tenido intensas experiencias traumáticas, son más tarde especialmente vulnerables a sufrir trastornos mentales. En una reciente experiencia que incluye 360 niños, que han tenido un padre o una madre asesinado por uno de ellos, más tarde los niños han sufrido las consecuencias. El estudio demuestra que en un comienzo aparecen como tranquilos y obedientes, pero durante la adolescencia ya se notan signos de trastornos mentales, entre los que se destaca especialmente la violencia (New Scientist, febrero 1997, pág 15).


Prevención y tratamiento

Todos están de acuerdo que mientras más precozmente se detecten los problemas, hay mayores posibilidades de ayudar a estos niños. En la actualidad se dispone de tratamientos para tratar los problemas mentales serios de la juventud y así prevenir las consecuencias trágicas que se pueden producir. Así por ejemplo, la psicoterapia puede reducir algunos de los problemas mentales que acarrea el abuso sexual más tarde en la edad adulta. Del mismo modo, se pueden tratar los problemas del comportamiento, que se inician a edades tempranas. Para ello es necesario la detección precoz del problema, ya que el pronóstico depende de ello. Aquellos en que se interviene precozmente, llegan a edades adultas desempeñándose en forma normal. En cambio, aquellos que no se tratan en los primeros años, exteriorizan más tarde su enfermedad con síntomas de más difícil tratamiento.



Factores asociados con el suicidio del adolescente

Aún cuando no hay signos evidentes que permitan predecir un suicidio, algunos indicadores comunes pueden obtenerse de aquellos que se han suicidado, por lo que pueden considerarse como factores de riesgo. Ellos se pueden dividir en cuatro grupos.

Psiquiátricos y de comportamiento

  • Trastornos del humor (tanto depresivos como bipolares)
  • Comportamiento agresivo y antisocial
  • Trastornos de conducta
  • Abuso de drogas
  • Desórdenes de la alimentación (bulimia y anorexia)

    Problemas familiares

  • Abuso físico o sexual
  • Divorcio de los padres
  • Muerte de un pariente
  • Historia familiar de suicidios o intentos de suicidios previos

    Interpersonales

  • Desempeño ineficaz
  • Limitantes para resolver problemas
  • lnadecuadas relaciones interpersonales
  • Homosexualidad
  • Problemas de identidad de género
  • Muerte (incluyendo suicidio) de algún amigo o miembro familiar

    Otros factores de riesgo

  • Historia de intentos de suicidios anteriores
  • Disponibilidad de armas de fuego
  • Arrestos y encarcelamientos


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